UNA PELÍCULA QUE BRILLA, EN LA VIOLENTA ESCUELA
Por Gabriel Appella
I sat puede
regalarnos grandes momentos cinematográficos, que, de seguro nos perderíamos de
disfrutar, o al menos de observar, si no fuera porque estos muchachos se dan el
lujo de pasar obras filmadas en países remotos. Películas que sí se consiguen
en internet, pero que, sin dudas, es una perla verlas por cable, panza arriba
en la cama o tirados en el suelo. Porque, se sabe, ver x película en cable y
ver la misma película por internet, genera sensaciones distintas. No altera, claramente, el contenido de la
película, pero sí cambia la manera en que nos va a pegar en la sensibilidad
dicho film. En cable, las películas vienen a por nosotros, ellas nos elijen, en
cambio en internet nosotros realizamos la búsqueda, nosotros (ya sea por el
hecho de tener que esperar que cargue la película y luego darle play y luego
aguantarse los cortes según comó este
nuestra conexión de banda ancha en ese momento, etcétera, etcétera) ,
rotundamente nosotros decidimos qué vemos y sobretodo, tal vez este sea el
aspecto fundamental, cuándo la vemos, en
definitiva nosotros mandamos, nosotros tenemos el control ( pero no el
remoto). En cambio, cuando hacemos zapping, las películas ya están ahí, ya
están siendo “proyectadas” para que, nosotros, reyes del confort (aunque solo
tengamos una tele vieja la cual el mayor lujo que tiene para ofrecernos sea el
solo y simple hecho de tener un control remoto) disfrutemos, seamos captados,
secuestrados de nuestra cotidianeidad solo por ser seducidos por unos pocos
fotogramas, por un simple dialogo, por una escena extraña o alternativa o
contundente (de sexo, de amor, de violencia (no precisamente en ese orden de
interés por parte de los espectadores)) o, entre otras 2666 razones , por algún
rostro o peinado que nos llame la atención.
Volviendo
una vez y para siempre al tema central del “articulo”:
I sat está
pasando por estos días, casi casi diariamente una película de Estonia llamada
Klass, traducida como La Clase en España y traducida como Muerte en la escuela
en Latinoamérica, dirigida por Ilmar Raag y protagonizada por Vallo Kirs
(interpretando a Kaspar), Pärt Uusberg (interpretando a Joshep) y por Lauri
Pedaja (como Anders). La versión que dan en I sat esta subtitulada. Escucharla
en su idioma original, da una sensación de lejanía y gravedad que es acentuada
por el invierno que atraviesa todos los hechos de la historia. También le da un
matiz de pasionalidad a todas las escenas que evidentemente se perdería con las
típicas voces de los doblajes al español que arruinan casi todas las películas
extranjeras.
Joosep es
nuevo en la escuela. Flaco, alto e introvertido. El curso que le toco en
suerte es, sin duda, el aula del
infierno. Entre otros despreciables adolecentes que conforman la división , esta
Anders, el capanga del equipo. Este pibe toma de punto a Joosep y, lo típico,
los giles de sus compañeros, hacen lo mismo. A la hora de entrar al salón,
estos nenes esperan a Joosep, en silencio, dos de un lado del marco de la
puerta de entrada y dos o tres del otro y siempre se la dan ¿Qué es en este
caso, dársela? En el inicio de la jornada es tirarlo al suelo, pegarle (nunca
en la cara para no dejar marcas visibles y generar revuelo en el mundillo
adulto), sacarle las zapatillas y dejarlo descalzo y humillarlo frente a toda
la clase (clase que le da, a los malosos, todo su apoyo y hasta les festejan la
violencia. Sí, toda la clase). Kaspar es, digamos, el personaje central del
film, el personaje que el director y guionista de la peli decidió ir profundizando
a lo largo del desarrollo de la historia. Kaspar se lleva bien con todos estos
chicos y tiene una relación con una de las chicas, Thea. En determinado momento
Kaspar decide ponerse del lado de Joosep y empezar a interponerse cuando Anders
y sus secuaces intentan uno de sus numeritos diarios contra Joosep. Tanto es
así que en una escena Anders le pregunta a Kaspar ¿Qué paso Kaspar, antes eras
un chico normal? Kaspar tiene aguante, pero Joosep, en esos momentos, se queda
petrificado, resumiéndose todos los actos de abuso de la siguiente maneta:
Joosep interceptado por un amigo de Anders para luego ser apaleado por este y Kaspar retenido entre otros cuatro
tipos, teniendo que observarlo todo. Sin embargo Kaspar tiene mucho huevo. En
una escena increíble, se trenza con tres, reparte piñas (todo esto solo
mientras Joosep mira desde el suelo, de reojo), parte una silla contra el suelo y
empieza a revolearla para todos lados, mientras Anders, realmente sorprendido,
le pregunta: ¿estás loco, te volviste loco? Y acá quería llegar. Acá se ve realmente
el pensamiento de estos tipos (el de los malosos). Parece que ven al abuso como
un juego y que entonces, cuando uno de los que tratan de defenderse se
desquicia en su intento, piensan, de verdad, que los desubicados, que los que
están haciendo algo que no corresponde, son los abusados, violentos al intentar
defenderse, en este caso Kaspar. Cambian los papeles del guion (los papeles de
chicos normales y de loquitos) en una sola jugada. Increíble.
Joosep llega
a su casa siempre devastado, y va directo a su cama y, sin sacarse la ropa ni
la mochila, se calza los auriculares y escucha música llorando, para olvidarse
de todo. Su padre (un militar o un aficionado a las “cosas” de militares, entre
ellas a las armas) se desespera, se preocupa, no sabe qué hacer, no quiere intervenir para que su hijo logre defenderse solo, pero, se nota, sufre al ver
así a su hijo, así que le dice ¡Joosep, sabes donde golpear! ¡Golpea ahí! Y le
pega. Le pega a Joosep y este, en medias, cae, se acurruca y llora. El padre se
sienta en la cama de Joosep y lo contempla. El padre quiero abrazarlo, besarlo,
pero no quiero dejar de demostrar
seguridad frente a su hijo (Claro, como si mostrar los sentimientos de uno lo
haga a uno perder la “seguridad”).
Y acá
amigos, la pregunta es: ¿Cómo creen que podría reaccionar un chico que es
humillado en la escuela-infierno y luego, al volver a su casa, es abordado y
tratado así por su propio padre? Pero no es Joosep quien decide, finalmente,
cargarse a toda la clase.
Joosep le
dice que Kaspar : “puedo aguantar hasta terminar el secundario. Quiero viajar a
Holanda a estudiar diseño grafico”. Kaspar le pregunta si puede aguantar tanto
tiempo y luego le dice: “¿y si los matamos a todos? Joosep solo se rie. Como
diciendo, je je, estaría bueno, pero como uno festeja una ocurrencia loca de
parte de un amigo, nada más, no hay maldad en él.
Hasta que, sucede algo brutal
que ni él ni Kaspar, podrán superar. Y acá me doy el lujo de omitir y describir
dicho hecho.
Luego de dicho hecho, un buen día,
mientras Anders y sus amigos disfrutan del desayuno o el almuerzo, Kaspar y
Joosep irrumpen en la escuela en dirección al comedor. Cada uno posee solo ocho
balas. No tienen, como en otros películas u otras historias similares, un
arsenal de guerra a su disposición. Están con lo justo, no tiene mucho margen
para errar. No premeditaron esto como sádicos comiendo pochoclos y delineando
paso por paso la masacre. Lo hacen solo, SOLO, desde la desesperación,
desde la humillación y la bronca. Se cruzan con una profesora y ellos mismos le
dicen que llame a la policía. Como Kurt Cobain en su etapa final, estan al limite.
Kaspar abre el fuego. Va directo a por
Anders, pero no sabe disparar. Erra. Erra una, dos, tres, cuatro veces. Todos
empiezan a gritar y a correr para todos lados. Joosep se carga a un par de los
malosos. Luego, al final Andres casi se salva, pero Joosep se la juega y lo liquida. Joosep le dispara una vez provocándole la muerte y luego le dispara
diez veces más, pero de esos diez disparos, solo suene el gatillo. Ya no hay
balas. Kaspar y Joosep deciden matarse (ya lo tenían decidido), (Encuentran dos
balas que alguno tenía en los pantalones). A la cuenta de tres, ambos se van a
disparar en la cabeza. Joosep, antes, le dice a Kaspar gracias, y Kaspar le
contesta no hay de qué. Joosep cuenta. Uno…dos y se dispara, antes de llegar a
tres, se dispara en un acto final de nobleza y agradecimiento infinito. Rompe el
pacto y se dispara antes para que Kaspar no llegue a apretar el gatillo, para
que Kaspar no se mate. Porque Kaspar sí que se iba a matar, pero porque tiene
palabra y honor. Todos notábamos, incluso Joosep, que Kaspar no quería morir.
Así que Joosep lo salva aunque Kaspar tenga que pagar en vida las muertes de
esos hijos de puta que ambos provocaron.
A la
película, la primera vez la vi empezada, solo vi la matanza. Los hijos de puta
me parecieron Kaspar y Joosep. Luego la vi entera y entendí todo.
Nadie puede
decirle nada a alguien que mata a personas que hacían de su vida un infierno
(salvo decirles no, no lo hagan, se van a arruinar la vida) y menos tratarlos
de locos, al menos en el caso de estos chicos.
Cuando pasa
esto en la vida real, los que matan quedan como unos loquitos hijos de puta y
los que mueran quedan como los pobrecitos, cuando ya lo vemos, no es así, al
menos no tan así.
Una película
increíble.
Gabriel
Appella.
Lo hiciste de nuevo Muchacho!! AméN
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