Y solo deseo, estar a tu lado...
Alla por 1980, a nuestro gran amigo Carlos Saura se le ocurre rodar, según sus palabras, un documental sobre esa clase de juventud, el resultado es film que vimos 2666 veces, Deprisa, Deprisa. Al utilizar la expresión esa clase de juventud, evidentemente Saura se refería a esa (juventud) que vivía inmersa en las drogas y en la delincuencia en la España de finales de los 70´s y principios de los 80’s, entonces, con esa materia prima, crea la nube que flota y todo lo salpica y todo lo contagia dentro de la obra. Saura dijo que venía juntando material grafico de diarios y revistas sobre noticias de asaltos, robos a mano armada, conflictos con drogas, etcétera, hasta que, una buena noche, se dio cuenta de que el tema ya había fermentado en su cabeza dejándola en tal estado, que no tenía más que hacer, que realizar un film (tal vez la película no haya fermentado dentro de su cabeza si no directamente en la nuestra, cuando terminamos de verla, de ahí que nos pegue con tanta fuerza). Saura recorre durante semanas barrios periféricos rodando en super 8 a la gente que juega a ser sombras por la noche, a algunos que solo aparecerán una vez. Su idea, al realizar estas filmaciones, era encontrar el elenco, con más claridad, estas filmaciones funcionaban a manera de casting. De esta forma, Saura consiguió a esos tan frescos, tal singulares protagonistas.
El film narra la historia de dos amigos, Pablo
y Meca, quienes en un principio oficiaban de delincuentes menores (por ejemplo,
el robo de coches, como en la primera escena de la película (permítanme aquí,
tomar al robo de coches como delito menor, ya que está siendo comparado con el
delito de robo a bancos a mano armada, tarea de la que terminarían ocupándose)).
Una tarde, conocen a Angela, una chica que trabaja de camarera en un bar, donde
ambos (Pablo y Meca) van a tomar leche y cerveza. Pablo, Meca, Angela y Sebas
(un amigo de los muchachos) empiezan a realizar una serie de robos que terminan
llegando a buen puerto. Mientras tanto, la personalidad de Angela va mostrando
una faceta oculta, una cierta especie de violencia y letalidad que sale a la
luz durante los robos. Un día, luego de haber atracado un camión, Angela, sin
necesidad, mata a un tipo.
La historia, paralelamente, también hace pie
en la historia de amor que comienzan Pablo y Angela, quienes planean ir a vivir
juntos. Varios éxitos en el arte de delinquir, los proveen de una buena suma de
dinero, como para vivir cómodos por un tiempo o, mejor aún, como para retirarse
y montar un negocio propio.
Finalmente deciden realizar un atraco a un
banco, y entonces, las cosas comienzan de golpe, a cambiar.
Amor, amistad, compañerismo, juventud, sexo,
droga, robos, baile, Saura metió todo esto en la licuadora letal que es su gran
cerebro, le agrego la música desgarradora de Los Chunguitos y termino de rodar
una cinta maestra, donde con tantos ingredientes que podrían terminar
arruinando una película tirándola hacia los terrenos de la cursilería, siendo tratados
aquí con tanta frescura, con tanta creencia, son los cimientos más estables,
más duraderos que 35 después, siguen manteniendo en vigencia el film.
Suspendan sus citas, falten al trabajo, dejan
la escuela (chiste, simplemente falten un día), enciérrense en su cuarto o
donde sea, y vean, como diría Marta Minujin, esta maravilla de la vía láctea.
Salud Chunguita.
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