Lo que merecemos y aun no llega.


                                               
                                        "El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo"

 Al margen de que sea yo un obsesivo o no, a menudo me pregunto si alguien leerá las cosas que escribo. Fácil, la respuesta a la pregunta no tiene sentido. Las preguntas suceden, las respuestas son construcciones cimentadas por lo que podemos tomar en el momento más aquello que ya tenemos en la mochila. Esos cimientos, suelen resquebrajarse, fisurarse o directamente quebrarse con el paso del tiempo, dando lugar a una respuesta mucho mejor conformada.  
 La impotencia, supongo, es aquello a lo que se llega cuando no encontramos una explicación que nos sea suficiente para echar luz sobre algo que nos es vital y se nos presenta oscuro. Acá el carácter personal definirá lo que siga. Algunos siguen laburando con lo suyo aunque los resultados hasta el momento sean de catástrofe y otros perecen por desilusión o porque se les presentan acontecimientos que modifican sus prioridades y responsabilidades pero claro, no su pasión.
 A fines de los 70´s, Sixto Rodríguez toca la guitarra y canta en barios bares de Detroit. Una noche de invierno, realizaba una actuación que encandila a un productor musical que se estaba tomando unas copas. En el 67´, por primera vez, graba material. Dos canciones tipo folk. Acompañado de músicos desvencijados, presenta dichos temas en la escena under hasta que, en el 70´, graba su primer LP. El productor le consigue una chance grande. Una reunión con varios ejecutivos de diversas discográficas. Sixto sale a escena completamente borracho y lo arruina todo. En resumen, el derrotero de su primer disco, concluye en el fracaso comercial. Pero con esto Rodríguez no se rinde. Su nivel de creatividad es un manantial que aun no cesa, y logra así, componer y grabar su segundo disco. El resultado es calcado. Nadie se excita con el material del astro.
 Rápido o lento, el mundo gira y la sangre sigue corriendo. Sixto se enamora y tiene tres hijas. La urgencia de las financias familiares, corren su eje prioritario empujándolo a dejar la música. Con el tiempo, Sixto comienza a trabajar en el rubro de la construcción. Esto es, hasta acá, un final triste de una película al inicio prometedora.
 Primera sorpresa (o primer vestigio de justicia). Por alguna extraña razón, los discos de Sixto llegan a Australia. Un dj de la tierra de canguros escucha un tema y se enloquece. Comienza a pasarlo en radio. El tema de Sixto propaga en la audiencia una reacción virósica. Una discográfica grande decide editarlo y distribuirlo a lo largo del continente. Para finales de los 70´s, rodríguez es una estrella en Australia. Paralelamente, él no sabe nada de esto. Cerca del 80´, unos empresarios de Australia lo contactan por teléfono y le proponen viajar hasta allá para dar una serie de conciertos, 15, para empezar. El fenómeno Rodríguez a comienzos de la década de los 80´s es un éxito rotundo. Las cosas, comienzan a darse. Luego de un tiempo, también comienza a ser dejado de lado. Una posible nube negra comienza a cernirse sobre su cabeza. En los 90´, un fenómeno parecido comienza a darse en Sudáfrica. Sus discos llegan allá y calan hondo a lo largo del país. En el 1998, termina dando un concierto que bate todos los records de asistencia. Poquito a poco, también su éxito comienza a conquistar partes de Europa, pero todavía en su país, no lo juna nadie. Pero tal es el fenómeno que genera en Europa que, en el 2008 un director sueco se pone en contacto con él para proponerle filmar una película documental con la historia de su vida. Rodríguez duda, pero termina cediendo ante la entusiasta insistencia del director. Se rueda así, la película documental "Searching for sugar man" en 2012 y la cosa revienta. El documental recibe 2666 premios, entre ellos el Oscar (el premio cinematográfico más deplorable, ese que le quita calidad de cine a las obras, pero ese que te catapulta el laburo hasta el infinito comercial). Lo que se le venia negando a Sixto desde finales de los 60´s, ahora se le abalanza encima sin que el lo hubiera buscado. Detroit y EEUU lo conocen y se enamoran de él. 
 Demasiado.

 En resumen, Sixto siempre confió en el valor de su material, nunca dejo de considerarse un músico, un artista. Logro inyectar sus canción de sustancia radioactiva de manera que termino imantando a toda una generación de Australianos y Sudafricanos (en plena época del apartheid) sin siquiera saber que eso estaba sucediendo. Su genio era tan grande, que sus canciones sobrevivieron a pesar de que el ya había colgado la guitarra y tirado la toalla. Sabemos que desde el minuto cero mereció el reconocimiento artístico, pero todo esto le llego recién mucho tiempo después. ¿Podemos imaginar todo lo que se le abra cruzado por la cabeza al tipo cuando vio que todo lo que amo hacer hacia muchos años, le había tocado el corazón a tanta gente? Carajo.
 Vemos así, que solo importa la obra. Solo importa hacer la obra. Leí en el manifiesto de Alberto Greco en una exposición, que él decía que los pasos que daba para llegar a su taller y ponerse a trabajar, valían más que las obras que se encontraban dentro de él (del taller). Cuando uno hace realmente algo bueno, suele ser algo nuevo que suele repeler a la gente. Entonces, ademas de crear a la obra, uno tiene que crear a quien la recepcione. Crear al lector, crear al espectador. Trabajar como si paleteáramos solos contra una pared. El tiempo dirá.

 Escuchen a Rodriguez. Cariño.       Buenos Aires, frío, 2015, tarde noche.



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