Philippe Pasqua, ese por ahora, desconocido amigo nuestro.

Philippe Pasqua, ese por ahora, desconocido amigo nuestro.

Por Gabriel Appella



Carne. Cuerpos que se trenzan en lienzos monumentales. Hombres en corpiño, rostros desconocidos, cráneos que hipnotizan mariposas y silencio. 
Desde ya, sus obras penetran en el espectador, en primer lugar por sus tamaños y luego por su siempre descarnado contenido, donde el color y la intensidad de los trazos, asumen, a menudo, el lugar protagónico de las obras. Pero vayamos por partes.
Pasqua goza de una paleta de intereses en cuanto al color, netamente amplia, al menos, completa. Utiliza el blanco y negro, colores saturados y, sobre todo, sabe como nadie, poner a su servicio la herramienta de los matices. Veamos: 


Acá podemos observar, no solo la aplicación de la escala de grises, si no también, la libertad del artista para pasar los pinceles, las cerdas,a su antojo, en todas direcciones  de manera notablemente explicita. Sus retratos son, debido a esto ultimo, covers de los rostros que decide pintar.


En esta segunda obra,  podemos notar colores saturados que dan, de formada intencional, la sensación de que los cuerpos, mientras nosotros, ilusos espectadores a los pies de estos lienzos gigantes, son capaces de, o victimas de, estallar en cualquier momento. La tensión entonces, también en primer plano.


Los matices utilizados, generan una sensación de carne, de piel, en estado critico. No apunto de estallar como en el ejemplo de la obra anterior, sino, más bien, un estado critico cercano a la putrefacción, pero (y esto es fundamental y vital en la obra de Pasqua) sin perder jamas su estética, a mi criterio, asquerosamente refinada (refinada en lo salvaje, claro esta, no refinada como adjetivo de liviandad).
 Pero, Hermanitos, Pasqua no se contenta con el amor mutuo e intenso que existe entre él y el pincel y, como le diría  Stallone a su hijo en el mítico film Halcon*, va a por todas. Entonces, zambullido también en el campo de la escultura, se obsesiona, esta vez, con lo que existe, debajo de la piel. En este caso, con la particularidad de centrarse en esqueletos o partes oseas sueltas de animales o seres humanos. Sus miras, aquí, apuntan en general, al cráneo humano como obra de arte en sí mismo, pero, digamos, aunque no es muy agradable el termino, agiornado siempre por mariposas que se posan sobre él (sobre el cráneo), seducidas por alguna extraña razón.

      
Para ir terminando este articulo escrito solo con la intención de promulgar la obra de este artista increíble (!que vive en la misma época que nosotros, inocentes y hermosos jóvenes!), agrego algo que es, simplemente, una perlita en su obra:

                                                        
El esqueleto de lo que parece ser un Tiranosaurio Rex, muy cerca de la torre Eiffel.
Particularmente, no me gusta ni me interesa esta parte de la obra de Pasqua, a mi gusto fría y ambiciosa, pero en el mal sentido, que lejos esta de esa grave intensidad que embriaga nuestro cuerpo cuando contemplamos cualquiera de sus cuadros. Grave intensidad que deja nuestro cuerpo y nuestro cerebro en estado critico, como las pieles de sus letales modelos.
Desde este hermosos blog al que fui invitado a participar, seguiremos ampliando datos ("serios" y de color) sobre este jodido francés.


( * Film en apariencia pochoclero, pero que a mí, me sigue emocionado, pero esa, como diria Bolaño, es otra historia)

A buscar, Viajeros!

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